Si tienes un HTC Desire, malas noticias, amigo. La gama alta de la casa taiwanesa para 2010 no podrá actualizarse a la última versión del sistema operativo, Android 2.3 Gingerbread. Durante la mañana de ayer, HTC hacía público este varapalo a través de su página de Facebook, lamentándose ante los usuarios, a los que pedía disculpas por contravenir lo que todos esperaban tras el anuncio de la propia empresa de que el HTC Desire sería uno de los que se pusiese al día con la plataforma de Android.
Para entender las razones que han llevado a la firma asiática a detender el proceso de actualización, habría que atender a las excusas que ponen desde la empresa. Éstas se centran en problemas con la gestión de la memoria RAM del HTC Desire y la experiencia de usuario que debería brindar HTC Sense (la interfaz o entorno de iconos de la firma), algo que no estaría garantizado tras la actualización. Dicho de más castizas maneras: desde HTC dudan que el HTC Desire tire como debe si se instala Android 2.3 Gingerbread. No obstante, esa razón no acaba de encajar del todo.
Según HTC, la RAM del HTC Desire (de 576 MB) no es suficiente para garantizar el buen rendimiento de HTC Sense en Android 2.3 Gingerbread. Ni siquiera el procesador de un GHz que instala el móvil más popular del fabricante en 2010 sirve para invitar al optimismo: desde la empresa aseguran que los ingenieros han sudado la gota gorda con infructuosos resultados.
Pero eso no es lógico, y te explicamos porqué. Para empezar, podríamos aceptar que HTC impone un estándar de calidad muy alto al rendimiento de HTC Sense, algo que no querrían comprometer (pese a que sin la necesidad de instalar la versión 3.0 de la interfaz, el HTC Desire podría ir sin problemas).
Pero esto iría en contradicción con el hecho de que otro terminal del catálogo de la compañía, el HTC Wildfire S, menos potente que el HTC Desire, sí que instala Android 2.3 Gingerbread. Y eso a pesar de que lleva menos RAM (512 MB) y un procesador que no alcanza en velocidad al HTC Desire (600 MHz).