El anuncio que nos llega desde Estados Unidos lo hace como la remendación de mezclar un Rioja reserva con casera blanca: sabíamos que se podía hacer, pero no deberíamos. Así entendemos eso de que ya se permita desbloquear y liberar el iPhone 4 (y anteriores ediciones), con el beneplácito a regañadientes de los fabricantes del cacharrito.
La Biblioteca del Congreso norteamericano revisa cada tres años la Ley de Derechos de Autor (igualito que en España…) y puede añadir excepciones y modificaciones. En este caso han servido para dar luz verde a los usuarios a aplicar el llamado jailbreak a sus manzanófonos, así como abrir la posibilidad de emplear el teléfono con otro operador telefónico, que no sea necesariamente el mismo con el que adquirió su iPhone.
La posibilidad de hacer legal el jailbreak certifica el visto bueno por parte de los responsables gubernamentales para instalar en las distintas ediciones del iPhone aplicaciones no aprobadas por Apple. Para ello, habría que someter al dispositivo a un sencillo pero preciso proceso (asistido por un programa que va marcando el ritmo del desbloqueo), tras el cual, el iPhone podría descargar aplicaciones por vías no oficiales (a través de repositorios como Cydia).
Además, y aquí está lo peliagudo del asunto, el desbloqueo también ofrece la opción de instalar aplicaciones que, siendo oficiales de Apple y encontrándose en la App Store, puedan adquirirse e instalarse por canales distintos al habitual. En esta vía, destaca el hecho de poder incorporar a nuestra biblioteca algunas aplicaciones “pirateadas”. Aunque en ese caso, lógicamente, el mal rendimiento que pueda ocasionarse quedará unicamente a cuenta del pícaro usuario.