Ave María Purísima. Sin aplicación concebida. Hasta ahora. Y es que si al iPhone de Apple le faltaba algo para ser elevado a la categoría de santidad, era una aplicación que sirviera para unir el cielo y la tierra a través del manzanófono. Hablamos de Confession, una aplicación que por unos dos euros de peaje te abre las autopistas de la redención mediante un interesante y nutrido glosario de penitencias, que serán propuestas al usuario que complete su lista de pecados entre las opciones que incluye el propio programa.
Se trata de una aplicación cien por cien santificada por la Iglesia Católica, con la que los usuarios que profesen dicho credo tendrán a mano una especie de kit de emergencias confesional. Eso sí: la aplicación no tiene vía directa con Dios, por lo que sigue siendo fundamental acudir a un sacerdote para recibir la absolución de los pecados. Debe ser cosa del diseño de antenas.
Más allá de las creencias de cada usuario, el lanzamiento de la aplicación Confession (subtitulada como «una aplicación católica romana») resulta, cuanto menos, pintoresca. Los artífices del lanzamiento aseguran que la aplicación ofrece un «examen de conciencia personalizado para cada usuario». Ahí es nada.
Ese examen de conciencia pasa por un glosario de normas y recomendaciones que el propio usuario podrá repasar para anotar dónde ha fallado en sus quehaceres diarios. Por ejemplo, podríamos consultar la tabla de los Diez Mandamientos para comprobar si haber faltado a alguno de ellos nos ha convertido de momento en pecador. En este sentido, basta con ir anotando nuestras faltas sobre la pantalla táctil para que se nos proponga una penitencia a la carta. Pura religión dos punto cero.
OMG! XD Esto es Supernatural!
Sr Pino: me alegra mucho esta app, pero podría haberla explicado con un poco más de respeto. Saludos.
Una aplicación para estúpidos… lo mal que hace la religión al ser humano, tarde se me hace el día en que desaparezcan esas infecciones. Ahora la iglesia católica quiere lucrar hasta con esto, cada vez nos quieren ver más caras de estúpidos y ellos bien saben que pueden vernosla.