La respuesta de facto procedente de Samsung a la demanda de Apple no se ha hecho esperar. Ayer, la multinacional coreana presentaba una denuncia en Corea del Sur, Japón y Alemania contra el gigante de Cupertino. La base que Samsung muestra para la causa señala la infracción de hasta diez patentes de la coreana que Apple habría vulnerado, incluyendo sistemas empleados para la conectividad inalámbrica o métodos para hacer más eficiente la autonomía de los dispositivos.
Con esta acción, Samsung pone en marcha lo que la anunció hace unos días, cuando se hizo pública la denuncia de Apple sobre la compañía asiática, aducieron que los dispositivos de la empresa coreana eran un plagio de los de la manzana en términos de diseño, empaquetado y funcionamiento (extendiendo la acusación de imitación incluso al sistema de iconos). Ya entonces, desde la multinacional de Corea del Sur, lanzaron un comunicado en el que adelataban que responderían “de forma activa a esta acción legal contra nosotros a través de las medidas legales adecuadas para proteger nuestra propiedad intelectual”.
No cabe duda de que la denuncia cruzada no está carente de interés: Apple y Samsung son actualmente dos de las referencias en el mercado de la telefonía móvil y del recién estrenado sector de las tabletas. Es por ello que una demanda en un momento clave como este, con Samsung a punto de estrenar su nueva línea de terminales de gama alta , no está carente de sentido dentro de la confrontación de ambos fabricantes.
Pero aún hay más, y es que se da el caso de que Apple es uno de los clientes más importantes de Samsung, quien suministra componentes y tecnología vital para el desarrollo de los productos de la compañía de Cupertino. Ante esto, es difícil no imaginar que detrás de la demanda de Apple (presentada un año después de que Samsung lanzara el Samsung Galaxy S, el terminal que concentra gran parte de los argumentos de la denuncia) hay algo más que una subsanación de daños por infracción de patentes.