Apple quiere poner las calderas de Foxconn y Pegasus a plena potencia. Hablamos de las firmas que fabrican los terminales de la compañía de Cupertino, que si esta vez no vuelven a errar los rumores y filtraciones que vienen atestando el panorame tecnológico desde los últimos meses, presentará en las próximas semanas, por fin, esa quimera del mundo de las tabletas que se ha venido llamando iPad Mini.
El dispositivo que representaría el tablet de la firma de la manzana con unas dimensiones ligeramente menores respecto a lo visto con las tres ediciones vigentes ””que llevan pantalla de 9,7 pulgadas, frente al supuesto panel de 7,85 pulgadas que llevaría el iPad Mini”” estaría ocupando un puesto de privilegio en la cadena de producción de los fabricantes que trabajan con Apple, de tal como que, en septiembre, se alcanzaría un ritmo de nada menos que cuatro millones de unidades al mes con vistas a satisfacer una demanda que se anticiparía muy alta.
Así lo sostienen las fuentes consultadas por el sitio especializado Digitimes, donde se refieren al inminente lanzamiento de la tableta con la que Apple completaría un póker de pantallas personales desde que, en 2010, estrenasen no sólo un modelo, sino también una categoría de producto, con la primera edición del iPad.
Como decimos, la opción de que los de Cupertino lanzaran un tablet con una pantalla que rondase las siete pulgadas de tamaño siempre circundó los planes de la compañía, aunque parece que las reticencias de Steve Jobs a dar su brazo a torcer ante este concepto fueron el constante amurallado contra el que se chocaban una y otra vez las pretensiones de desarrollar comercialmente un iPad Mini.
Tras el fallecimiento de fundador y alma máter de Apple el pasado 5 de octubre parece que la nueva dirección, que ya estaba en manos de Tim Cock, el delfín de Jobs, meses antes de la muerte de éste, habría retomado la idea de afrontar el futuro catálogo de terminales de la firma con una tableta de pequeñas dimensiones.
El mercado, además, también evolucionó con vientos favorables en esa dirección. Amazon marcaba el ritmo de la competencia de Apple con su Kindle Fire, un terminal centrado en las funciones que se valen de la nube más que en las prestaciones, y meses después se conoció el Nexus 7, la propuesta nativa de Google ensamblada por la taiwanesa Asus. De nuevo, la pantalla de siete pulgadas se convertía en el argumento de los de Mountain View.
En este contexto, y a pesar de estar aún al amparo de la alargada sombra de Steve Jobs, el movimiento de Apple en la dirección de un iPad Mini vendría a certificar el cambio de rumbo en la política de desarrollo de la firma californiana, reconociendo así una importante demanda a satisfacer a través de terminales con prestaciones de gama media y precios asequibles para los bolsillos que no pueden arrojar lo que se pide por la tercera generación del iPad ””que, por otro lado, tiene un coste de adquisición realmente competitivo respecto al resto de propuestas que hay en el mercado.
Así, podríamos encontrarnos con que, para el próximo 12 de septiembre, Apple tenga la maquinaria dispuesta y engrasada para poder surtir de cuatro millones de terminales mensuales a todo el mundo de pequeñas tabletas que tendrían un precio para el público de entre 250 y 300 euros.