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Desde los años 80 se lleva usando lo que hoy dí­a se conoce como tarjeta SIM. Los usos que se dieron fueron variados, hasta que en la década de los 90 se estandarizó la idea y comenzó a ser algo obligatorio en todos los teléfonos móviles del mercado para que estos funcionasen bajo una determinada red de un operador, y bajo un número de teléfono determinado. Sin embargo, a lo largo de los años los diferentes modelos aparecidos en el mercado han llegado hasta el formato más reciente: la nanoSIM. Asimismo, por el camino se quedaban la tarjeta SIM original, la miniSIM o la microSIM. Te contamos cuáles son las principales diferencias entre todos los modelos.

Tarjeta SIM original

A principios de los años 80, comenzaron a salir al mercado lo que se conocí­a como tarjetas telefónicas ””también conocidas como Smart Card o tarjetas inteligentes”” que serví­a como medio de pago en cabinas telefónicas o teléfonos públicos. Éstas tení­an una cantidad de dinero asociada y su tamaño era muy similar a la de una tarjeta de crédito e iban acompañadas de un chip identificativo.

Sin embargo, en los años 90, tras la llegada del estándar de comunicación GSM, estas tarjetas se hicieron imprescindibles en el uso de la telefoní­a móvil como una manera de poder dar un número distinto a cada terminal y funcionar con diferentes operadores. En aquel entonces, el tamaño de la tarjeta SIM era el mismo que se usaba en cabinas públicas; es decir: como si se tratase de tarjetas de crédito. Por entonces, la ranura de los móviles del momento era enorme, algo parecido a lo que puede verse en los TPV (terminales punto de venta) en los que se puede pagar con tarjetas.

Mientras tanto, la función de la tarjeta SIM del momento no solamente proporcionaba un número de teléfono o destinar su uso con una red cualquiera, sino que también se usaba como método de almacenamiento de números de teléfono o guardar los mensajes de texto SMS.

Tarjeta miniSIM

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Por suerte, el estándar de la tarjeta SIM pudo ofrecerse en un tamaño más pequeño, y quizá, sea el formato que mejor conozca el usuario: la miniSIM. En aquel entonces, la tecnologí­a ””la telefoní­a móvil”” comenzó a demandar tarjetas de identificación más pequeñas que también aportaban unos diseños de terminales más pequeños y con ranuras internas que quedaban, en la gran mayorí­a, implantadas tras el hueco de la baterí­a.

El diseño cambió y pasó de tener una largura de 85 milí­metros hasta los 25 milí­metros, dejando el chip intacto y recurriendo a solamente un pequeño trozo de plástico. Eso sí­, en ambos casos el grosor era de 0,76 milí­metros. Por entonces, también se usaba el almacenamiento de la tarjeta miniSIM para guardar mensajes y los contactos de la agenda. Y vienen presentadas en su formato original

Tarjeta microSIM

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Actualmente es el estándar que más se usa en los terminales. Algunos fabricantes como Samsung o Nokia ya equipan en sus equipos bandejas compatibles con esta tarjeta que vuelve a reducir su tamaño, dejando intacto su espesor. En este caso, su largura se vuelve a reducir. Y de los 25 milí­metros que mide la miniSIM se pasará a los 15 milí­metros de este nuevo formato.

De igual forma, en el mercado existen diferentes tipos de adaptadores para poder usarse la nuevas microSIM en equipos que aún funcionen con el anterior estándar. Asimismo, convertir cualquier tarjeta miniSIM en formato microSIM también será fácil: en el mercado también se venden diferentes recortadores que no afectarán al funcionamiento final de la tarjeta. Es más, se sigue ofreciendo el mismo espesor del plástico, 0,76 milí­metros.

Tarjeta nanoSIM

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Por último, el pasado año 2012, junto a la llegada del iPhone 5, las tarjetas SIM sufrí­an un nuevo cambio de aspecto. Como era lógico, su tamaño volvió a reducirse, pasando esta vez a medir 12 milí­metros de largura. Sin embargo, en esta ocasión el grosor ha sido modificado, quedando en 0,70 milí­metros. Y los problemas comenzaron a llegar.

En primer lugar, la conversión que se estaba realizando habitualmente de una tarjeta miniSIM a una microSIM con los habituales recortadores ya no era posible. Y es que la modificación del grosor imposibilita la opción de insertar, en sus ranuras, tarjetas miniSIM o microSIM recortadas. Por otro lado, el coste de fabricación también es más elevado, los retrasos en sus enví­os también son mayores, además de tener que pagar un importe más alto el usuario final.

Finalidad en la reducción de tamaño

Con el paso del tiempo, la tendencia ha sido clara: reducir el tamaño de las tarjetas SIM. Y hasta el momento se conocen cuatro modelos desde la década de los 80. Pero, ¿cuál es la finalidad de esta reducción de tamaño? Es sencillo: poder aprovechar mejor el espacio interno de los futuros modelos, sobre todo, en el ámbito de los smartphones. Y es que estos teléfonos inteligentes cada vez son más potentes, necesitan más componentes y cuanto más espacio interior tengan, mucho mejor para el resultado final.

Todo esto ha llevado a unos terminal no demasiado gruesos y con tecnologí­a punta. Y es que hoy dí­a es imposible imaginarse un terminal con una ranura externa que ocupe la mayor parte del chasis del equipo como ocurrí­a, por poner un ejemplo, con el Motorola StarTAC 8000g, un modelo de mediados de los 90, que la ranura para su tarjeta SIM ocupaba toda parte posterior del chasis.

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