El titular de este artículo puede parecer un poco exagerado, pero os sorprendería saber qué sucede en nuestro cerebro cuando un vídeo tarda en cargarse.
En los últimos años, los estudios relacionados entre neurociencia y smartphones son cada vez más habituales. En esta ocasión, ha sido la compañía Ericcson quien ha realizado un estudio para estudiar los efectos que produce la espera en la carga de vídeos sobre los niveles de estrés. Este estudio ha sido publicado en su último informe Mobility Report, y ha contado con 30 voluntarios de edades comprendidas entre los 18 y 52 años de la ciudad de Copenhague.
Para realizar este estudio se equipó a todos los voluntarios con gafas de seguimiento ocular, tensiómetros, electrodos cerebrales y medidores de pulso. Una vez monitorizadas sus constantes vitales, se hizo entrega a cada uno de los voluntarios de un móvil Ericcson conectado a red 3G y se les pidió que realizaran un total de 18 tareas en un período de tiempo de 20 minutos. Las tareas iban desde navegar por páginas de noticias, hacer búsquedas con los buscadores más comunes y ver vídeos. Los vídeos tenían retardos de carga predeterminados para poder medir la respuesta de los voluntarios.
El medidor de evaluación fue la carga cognitiva, un medidor del stress que indica la cantidad de recursos que requiere el cerebro para realizar una tarea (y que se ve reflejado en la cantidad de actividad de la corteza prefrontal). Los niveles de carga cognitiva se miden en valores de 0 a 1. Se considera normal una respuesta cerebral hasta 0,7, a partir de ese valor estaríamos hablando de una situación estresante. Los niveles sobrepasaron considerablemente el 0,7 cuando se trataba de retrasos en la carga de vídeos.
Los niveles de estrés aumentaban un 13% por el simple hecho de ver un vídeo, pero subían un 3% más con tan solo dos minutos de espera en la carga y hasta un 6% más si la demora aumenta hasta 6 segundos. Pero donde más notable se volvía el aumento del stress era en el temido «buffering», las pausas durante la emisión del vídeo, donde los picos de stress podían llegar hasta un 34%, niveles que superan incluso a los que se pueden tener durante un examen o mientras vemos una película de terror.
Otro de los efectos que tiene la demora en la carga de vídeos, además del aumento en los niveles de stress en los usuarios, es la mala percepción que pueden llegar a tener de la compañía operadora con la que tienen contratadas sus redes 3G, 4G, o WiFi. Unos retrasos medios en las cargas de vídeos provocaban que el usuario sienta descontento con su proveedor de servicio y en consecuencia, ganas de cambiar de proveedor. Si hablamos de retrasos de duración mayor la percepción del usuario sobre la marca empeora considerablemente. De la misma manera, el índice de satisfacción de un usuario hacia su proveedor aumenta hasta un 4.5 puntos en un experiencia de uso libre de retrasos en la carga.