El asceso del fabricante chino ZTE en el mercado mundial de telefonía móvil está resultando fulgurante. Esta firma, que esgrime una estrategia basada en el desarrollo de móviles de gama blanca para operadoras y dispositivos de entrada para quienes quieren un smartphones sin hipotecar el bolsillo, ya representa casi el cinco por ciento del pastel del mercado de teléfonos.
En el tercer trimestre del año esta firma vendió 18,5 millones de dispositivos, sólo superada por los 21,1 millones de la surcoreana LG, los 88 millones de la también coreana Samsung y los 106,6 millones de terminales con los que lidera la finlandesa Nokia. Para advertir la posición de la norteamericana Apple, ZTE tiene que mirar por el retrovisor: la compañía californiana vendió 17,1 millones de móviles en el mismo periodo.
Ya en el tercer trimestre de 2010 ambas compañías se distanciaban a partir de un margen mínimo, cuando Apple colocó durante ese espacio de tiempo 14,1 millones de dispositivos frente a los catorce millones que representantan las ventas de la compañía china.
Precisamente la estrategia de ZTE de desarrollar teléfonos muy económicos es la principal baza con la que se entiende el crecimiento de la compañía, que también tiene en los terminales gratuitos firmados por los socios que tiene entre las operadoras poderosos aliados para haber conseguido semejante permeabilidad en un mercado tan competitivo.
En total, durante los meses de verano se llegaron a vender casi 390 millones de teléfonos móviles en todo el mundo, que se traduce como un crecimiento del catorce por ciento por parte del sector. De entre todo ese montante, más del 35,5 por ciento del mercado está representado por marcas ajenas a las cinco grandes ya mencionadas, entre las que encontraríamos a RIM con su línea BlackBerry, Sony Ericsson, Acer o HTC.
Es interesante comprobar que casi la mitad del pastel se lo reparten Nokia y Samsung. Y es que entre las dos aglutinan el 49,9 por ciento de todo el mercado de teléfonos, a razón de un 27,3 por ciento para la firma con sede en Espoo y un 22,6 por ciento en el caso de los coreanos.
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