La resolución WQXGA no es una desconocida en este momento. La última tableta de Samsung para Google, Nexus 10, dispone de un panel de 2.560 x 1.600 píxeles, que distribuídos a lo largo y ancho las 10,1 pulgadas de diagonal arroja una densidad de casi 300 puntos por pulgada. El balance es ya de por sí espectacular en un formato de tableta según estas dimensiones, por lo que el resultado quitaría el hipo en un móvil táctil, por muy amplio que fuese su panel. Es precisamente en ese punto donde querrían incidir los fabricantes de cara a los smartphones de la próxima generación que conoceríamos en 2014, según hemos sabido a través de Phone Arena.
Y es que la medida que marca el citado WQXGA podría estar en el punto de mira para que los terminales de alta gama que conoceremos el año que viene. La carrera por la alta densidad la inició Apple con su iPhone 4, cuya concentración Retina de 326 puntos por pulgada reclamó unos merecidos aplausos por parte de los usuarios y acicateó a la competencia para que se pusieran las pilas, equipando a sus terminales con pantallas de alta definición. Hoy día, el estándar FullHD ””1.920 x 1.080 píxeles”” es casi una obligación en los teléfonos que quieren ponerse a la cabeza de vanguardia y como referencia del mercado. Pero dado que en cada generación han de presentarse saltos técnicos patentes, la superación de la barrera de las 1.080 líneas se antoja como un objetivo que no sólo es atractivo, sino también posible.
Varios proveedores japoneses de pantalla ya han dado muestras de que encajar tantos millones de píxeles en una pantalla no es cosa de ciencia ficción. Toshiba y Sharp ya han mostrado prototipos de esta categoría, sacando pecho con densidades que superan los 500 puntos por pulgada, algo que resulta tan llamativo como aparentemente inocuo, dado que el nivel de detalle llega a ser tan alto que el ojo humano difícilmente puede apreciarlo en paneles del tamaño en que se instalan ””unas seis pulgadas””. Para que nos hagamos una idea, el Samsung Galaxy Note de primera generación repartía en sus 5,3 pulgadas un total de 1.280 x 800 píxeles, que viene a ser justo la mitad de lo que propone la tipología WQXGA. Con todo, incluso en tabletas de gran formato esta carga de definición supera lo que un usuario medio puede percibir sin realizar ampliaciones.
No obstante, esto da pistas acerca de hacia dónde se encamina la próxima generación, habida cuenta de que para mover contenidos con semejante resolución también harán falta unidades de proceso potentes. Muy potentes. En la segunda mitad del año asistiremos a la próxima propuesta de la californiana Qualcomm, materializada en el chip Snapdragon 800, que rebasa en solvencia al ya de por sí musculoso Snapdragon 600, presente en los HTC One y Samsung Galaxy S4. Precisamente la surcoreana ha coqueteado este año con la arquitectura de ocho núcleos ””recordemos el Exynos 5 Octa que se ha instalado en una de las versiones del Galaxy S4””, y no pocos rumores apuntan a los planes de otros fabricantes por subirse a este mismo tren. En cualquier caso, sigue sin haber indicios suficientes en este sentido, y el hecho de que este año muchas compañías se hayan centrado en ampliar las funciones inteligentes de sus equipos sin poner tanta carne en el asador de las especificaciones técnicas ””al menos, no siguiendo saltos cualitativos tan grandes respecto a la tendencia de otros años”” invita a pensar que para la próxima generación vuelvan a poner toda la carne en el asador en esta línea.
Así pues, empiezan a sonar las campanas de nuevas y sorprendentes propuestas en el terreno de las pantallas, estirando todavía más la goma de la definición. Ante esto, un año más, podríamos encontrar sin respuesta la eterna pregunta: ¿para cuándo una nueva tecnología que supere a la que sigue empleándose en el desarrollo de baterías y se de un salto patente en la autonomía de los dispositivos?
