Samsung

La semana pasada nos hací­amos eco de un ví­deo en el que se exponí­a al Samsung Galaxy Gear ””el reloj inteligente de la firma surcoreana”” a una serie de pruebas de resistencia que culminaban con una salvajada: nada menos que un disparo efectuado con un fusil de combate. Lógicamente, el dispositivo no aguantaba tan burro examen, aunque sacaba buena nota cuando los tests se correspondí­an con situaciones que bien podrí­an darse en un entorno cotidiano. No obstante, hoy, tras saber cómo se las ingenia el fabricante asiático para comprobar la fiabilidad de sus dispositivos, ya no nos parece tan disparatada la prueba a la que se sometió al Galaxy Gear.

Y es que los chicos del medio norteamericano CNET se han colado en los laboratorios secretos en los que Samsung realiza pruebas con sus terminales móviles y electrodomésticos. Y lo que vieron fue para llevarse las manos a la cabeza. Y es que si liarse a tiros contra el reloj inteligente nos parece desmesurado para usuarios que le den un uso real al equipo, no menos extremo puede parecernos que se le apliquen descargas eléctricas a uno de los smartphones de la compañí­a. Porque sí­: durante el recorrido que efectuó CNET en los laboratorios de Samsung llegó a ver cómo usaban una de esas armas paralizantes por descarga sobre un terminal móvil. Pero no sólo eso.

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Además, fue testigo de cómo arañan las pantallas para comprobar el í­ndice de resistencia ante posibles rozaduras, algo que sí­ que entra en los márgenes de lo razonable. Lo que sí­ que produce sorpresa es advertir cómo se las ingenian para ver qué tal se comportan las tabletas de la casa. La reportera del citado medio pudo advertir cómo los tablets se someten a tests de caí­das que se efectúan a un metro del suelo contra planchas de metal, tanto de frente como contra los bordes. Y esto, para colmo, en ciclos de unas 300 repeticiones hasta advertir que el dispositivo no se desmonta y que continúa funcionando, tomando nota del modo en que se perciben los desperfectos para reforzar las zonas afectadas.

Las pruebas continúan, y llegan a someter a los teléfonos a sesiones en cámaras refrigeradas, mojadas que emulan lluvia sobre los terminales e incluso a sesiones intensivas que extenúan los controles mecánicos de los móviles. Respecto a esto último, desde CNET confirman que uno de los equipos se introdujo en una máquina que serví­a para pulsar rápida y repetidamente el botón de inicio del smartphone, llegando a registrar unas 200.000 pulsadas. El objetivo de todo esto, aseguraban desde Samsung, es garantizar el correcto funcionamiento de sus teléfonos durante unos tres años en cualquiera de esas condiciones.

En total, Samsung somete a unas 7.000 pruebas de resistencia de distinto tipo a sus móviles, siempre con vistas a que cuando un dispositivo salga de las fábricas de la compañí­a llegue a manos del usuario reduciendo lo más posible a cero la probabilidad de fallos derivados de golpes, caí­da de agua o posibles inclemencias meteorológicas.

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