La enorme crisis política en que está envuelta Cataluña ya está salpicando al sector de la tecnología. Y es que una de las citas ineludibles en el mundo de los móviles se celebra, desde 2006, en su capital, Barcelona. Hablamos del Mobile World Congress. Esta feria, organizada por la poderosa organización de operadores y fabricantes GSMA, tiene un acuerdo con Barcelona para que siga siendo la anfitriona hasta 2023. Sin embargo, los últimos eventos han empezado a generar dudas sobre su continuidad.
La edición de 2019, en la cuerda floja
Justo en medio de la huelga general que tiene paralizada parte de la capital catalana, se reunió el patronato de la fundación Barcelona Mobile World Capital. La situación de inestabilidad llamó la atención de Josh Hoffman, consejero delegado de la GSMA, advirtiendo que este evento requería de seguridad y estabilidad política para poderse celebrarse en condiciones. El consejero delegado afirmó que Barcelona estaba siendo «monitorizada» y que se estaba evaluando cualquier impacto externo que pudiese afectar al MWC.
En caso de que la situación actual se mantuviese en el tiempo, Hoffman afirma que se plantearía cambiar la ubicación de la feria para la edición de 2019. Respecto a la presente edición, que se celebrará entre el 26 de febrero y el 1 de marzo de 2018, no se ha contemplado en ningún momento una alteración de los planes. Según los organizadores, esta edición está garantizada y su organización progresa conforme a lo acordado.
MWC, garantía de trabajo y dinero
Perder el MWC sería un duro golpe para Barcelona, debido al enorme impacto en empleo e inversión que supone, año tras año. La edición de 2017, en concreto, supuso un número de visitantes récord, casi 110.000. Su impacto se ha valorado en 465 millones de euros, según la agencia Efe. En términos laborales, generó 13.200 puestos de trabajo.
Es por todo ello que la amenaza de Hoffman debe haber puesto a temblar a más de un profesional. La situación catalana todavía está fuera de control, y se prevé que su inestabilidad se mantendrá, como mínimo, hasta las elecciones del días 21 de diciembre. Lo que pase después, nadie lo sabe. Eso sí, desde ahora, Barcelona estará en el punto de mira.