Los teléfonos y en general cualquier dispositivo con carga rápida cada vez se están popularizando más, hasta tal punto de que muchos modelos actuales del mercado incluyen esta característica, incluso siendo baratos. Pero, ¿cómo funciona realmente? ¿qué es lo que hacen los cargadores de carga rápida exactamente para que se tarde menos tiempo en completar la batería?
Hay cargadores que nos permiten recargar un 50% de la batería en tan solo 10 minutos; otros como el fabricante chino Meizu (con su carga rápida Super mCharge) prometen un 100% de carga en tan solo 20 minutos. Con un cargador normal, en cambio, para hacer esto tardaríamos más de una hora, dependiendo del teléfono y cargador.
Son, como vemos, una ventaja cuando necesitamos cargar nuestro teléfono rápidamente; y no solo teléfonos, sino que también hay sistemas para coches eléctricos o en general para cualquier aparato electrónico. De hecho, es una buena solución a las baterías de poca capacidad y nos puede sacar de un buen apuro cuando necesitamos salir de casa rápido y no tenemos la batería cargada o para cuando estamos fuera.
La tecnología que se esconde tras los cargadores de carga rápida
Primero explicaremos cómo funciona un cargador normal. Las baterías están compuestas generalmente por dos productos químicos. Al juntar esos componentes reaccionan entre sí y se combinan en un solo compuesto químico. Se genera un flujo de electrones, que son los que crean la energía para que el resto de los componentes del teléfono funcionen. En esencia, el flujo de estos electrones es lo que llamamos electricidad.
Para cargar una batería se hace el proceso inverso: se “enchufan” electrones y a cambio los compuestos químicos reaccionan, pero también de manera inversa, volviendo a su estado original. Entonces están listos para comenzar el proceso inicial. Se vuelven a juntar y a generar electrones que alimentan el circuito, haciendo funcionar los componentes eléctricos.
Ahora bien, un cargador de carga rápida funciona bajo ese principio, pero tiene una gran diferencia: se administra más potencia que en un cargador estándar.
Más voltios y amperios, la clave de la carga rápida
Todos los cargadores de carga rápida funcionan bajo el mismo principio, aunque hay varios tipos. En uno de los tipos, el más conocido, se envía concretamente más voltaje y amperaje, y ahí precisamente está la clave. Mientras que en un cargador normal se entregan 5 voltios y 2,1 amperios, en uno de carga rápida se puede suministrar 9 o incluso 12 voltios; en cuanto a los amperios la cantidad puede subir hasta los 3.
Los voltios y amperios son dos magnitudes físicas que se usan para medir el paso de la corriente (en esencia, electrones). El primero es el potencial eléctrico y el segundo podríamos definirlo de una forma entrecomillada como la cantidad de electrones que se suministran.
En el caso concreto de Meizu y su super carga rápida se suministran 11 voltios y 5 amperios, de ahí que se pueda conseguir cargar 3.000 mAh en tan solo 20 minutos, una verdadera barbaridad.
El amperaje en realidad es lo menos importante de la ecuación siempre y cuando se llegue a un mínimo que generalmente suele ser 2 A. Aunque haya de más el móvil solamente consume lo que necesita; si hay de menos, en cambio, cargará más lento, pero tampoco ocurrirá nada malo. De hecho, cuando más lento cargue mejor es para la salud del teléfono.
Sí, la carga rápida es mala a largo plazo
Espera, ¿entonces la carga rápida es mala? En efecto: cuanto más rápido cargues el teléfono, peor es para tu batería por varios motivos. En primer lugar, porque las reacciones químicas tienen lugar más rápidamente; esto hace que los componentes acaben por cristalizarse a largo plazo. Y en segundo lugar, porque al entregar mayor voltaje la temperatura que se alcanza durante la carga es mayor; y ya sabemos que las temperaturas altas son malísimas para las baterías.
Los coches también tienen carga rápida con los llamados supercargadores. Y hay gente que los usa a diario, pero es perjudicial por lo arriba indica. Esta función debe usarse en casos espaciales donde haya prisa, por ejemplo. En coches es muy común que se use cuando estemos recorriendo grandes distancias, como un viaje de un país a otro. En el caso de los coches es incluso más perjudicial, pues notaremos más en el día a día el descenso de autonomía.
Este tipo de carga, pues, solo debemos usarla en situaciones puntuales y cuando sea estrictamente necesaria. Cada vez que lo hacemos estamos degradando un poco la vida útil de nuestra batería aunque no lo notemos. Y es por esa misma razón que muchos fabricantes reducen la velocidad de carga conforme se alcanzan niveles de batería más altos. Por ejemplo, algunas firmas desactivan la carga rápida al llegar al 30% y otros lo hacen al 40%; a partir de ese porcentaje, se reduce la potencia y se carga con normalidad.