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«No somos perfectos. Los teléfonos no son perfectos». Con esta humildad se subió Steve Jobs al escenario para dar explicaciones acerca del tan cacareado problema de cobertura del iPhone 4. Aunque la prudencia duró poco: antes de disculparse y contar qué piensa hacer Apple para solucionar un problema que se le está yendo de las manos, recordó que el iPhone 4 lleva 3 millones de unidades vendidas, y que ha sido considerado como el mejor smartphone del mercado (obviando el pequeño detalle de que el error en la configuración de las antenas lo ha relegado más al terreno del «smart» que al del «phone»).

Jobs se refirió al iPhone 4 como «tal vez el mejor producto que jamás hemos hecho en Apple». Para demostrarlo, Jobs mostró en su discurso cómo la cobertura de un BlackBerry Bold 9700 se iba al garete cuando se sostení­a el teléfono con la mano izquierda. Continuó haciendo el experimento con un HTC Droid Eris, con afines resultados, una suerte que también corrió el Samsung Omnia II. Pero aún así­, la pregunta sigue en el aire: ¿por qué el iPhone 4 tiene una configuración de antenas que ofrece resultados tan poco satisfactorios?

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Lejos de aportar una solución eficaz o una explicación técnica al problema del iPhone 4, Jobs se limitó a encogerse de hombros, apuntando a la fatí­dica condición de un teléfono móvil: como cualquier cacharrito, puede funcionar mal. Millones gastados en márketing y años de trabajo al servicio de la creación de la que es posiblemente la imagen de marca más poderosa del mercado tecnológico quedaron a reducidos a una disculpa pueril que, señalando al resto de compañeros de clase, se justificó en el hecho de que «los demás también fallan».

Durante la comparecencia, Steve Jobs mostró una de las salas de prueba del iPhone 4. Una estancia propia de una pesadilla fractal cuya efectividad el propio Jobs argumentó con la cifra que costó construirla: 100 millones de dólares, una cantidad que, a tenor de los resultados, parece que de nada funcionó, ya que no supo predecir la inoperancia de la cobertura del iPhone 4 si lo sostenemos con la mano izquierda.

Por otro lado, el CEO de Apple afirmó que sólo un 0,55 por ciento de las quejas registradas en AppleCare (el servicio técnico de la casa) procedí­an de incidencias con problemas en la recepción de la señal. Con este dato, Jobs quiso restar peso a una situación que, por otro lado, fue precisamente la que le obligó a comparecer durante dicha conferencia.

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Además, comparó las cifras de devolución del iPhone 4 con las registradas por el iPhone 3GS. El último modelo ha vuelto a los almacenes donde se vendieron en un 1,7 por ciento durante las tres semanas que lleva en el mercado, mientras que la edición anterior llegó al seis por ciento en el mismo periodo. En este caso, Apple se guardó bien de blindar las causas de la devolución aludiendo a una «cláusula de remordimiento», en base a la cual ni AT&T ni Apple piden explicaciones de la causa de la devolución. Una apreciación que en este caso ha sido de lo más apropiada.

En cualquier caso, Steve Jobs no se limitó a defender a la niña de sus ojos, sino que también explicó de dónde procede este problema (que él mismo llegó a convertir en «comparativo«). El problema es sencillo: el iPhone 3G y el iPhone 3GS también daban ese problema, pero dado que los compradores de ese modelo se llevaba una fundita para guardar el teléfono, quedó anulado el problema de recepción que surge cuando agarramos «inapropiadamente» el teléfono. Las ventas del iPhone 4 han ido muy por delante de la fabricación de funditas, y una circunstancia que dejó más en evidencia un problema que llega sucediendo desde hace años, aunque nunca se habí­an dado las circunstancias apropiadas para que el usuario se percatara.

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Pero, ¿y los usuarios de iPhone 3G y iPhone 3GS que nunca han usado una funda y sin embargo no ha registrado estos engorrosos problemas con la antena? Un sencillo encogimiento de hombros precedió a la solución: actualización del iOS4 (que supuestamente, arregla el problema), y si esto no es suficiente, Apple regala una fundita para todos los iPhone 4 vendidos antes del 30 de septiembre. Y Steve Jobs se queda tan pancho como ancho. Quien a pesar de estas revolucionarias medidas siga insatisfecho, podrá devolver su iPhone 4 a cambio de la totalidad de su dinero.

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Imágenes: Engadget

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