Estos días los Angry Birds han vuelto a ser noticia. Su aterrizaje en plataformas Android ha sido un éxito irreprochable, con un millón de descargas en su primer día y otro milloncejo para el segundo. En total, en menos de una semana se han instalado varios millones de copias de este divertido y sencillo juego. Una trayectoria que entronca con las glorias vividas en las plataformas iOS, Symbian y WebOS que le precedieron.
Los chicos de Electronic Arts, una de las editoras de videojuegos más notables del sector, debieron transfromárseles las pupilas en símbolos de dólares cuando leyeron estas noticias, razón por la cual han acabado por acordar la compra multimillonaria de Chillingo, la editora de Angry Birds. En total, el trato se ha saldado con la compra de la empresa y sus respectivos derechos sobre Angry Birds por un total que asciende a los 20 millones de euros. Nunca robarle los huevos a un pájaro fue tan lucrativo.
Lo que ha sorprendido, es que el proceso de adquisición de Chillingo no ha incluido al pequeño estudio Rovio, ubicado en Finlandia y verdadero responsable de Angry Birds. Esto hace pensar que desde Electronic Arts no ha interesado hacerse con los servicios de las principales desarrolladoras con las que trabaja Chillingo (la propia Rovio y otro estudio llamado ZeptoLab).
Detrás de esta decisión se esconde la evidencia: a Electronic Ars lo que realmente le interesa es la explotación comercial de Angry Birds, un juego que genera ingentes montantes económicos en publicidad y descargas (existe una versión premium sin banners publicitarios que cuesta sólo un par de euros).
En estos momentos, se está experimentando un cambio de hábitos entre la comunidad jugona, y las plataformas móviles se están convirtiendo en un claro objetivo por parte de las empresas editoras y distribuidoras. Precisamente Electronic Arts está trabajando duro por posicionarse en este sector, en el que otras compañías como Gameloft gozan de un excelente lugar.
