El mercado de los móviles de primerísimo nivel ya es prácticamente incomprensible sin la presencia de un escudero; de un equipo que venga a representar el espíritu del buque insignia de tal o cual firma, pero con un perfil técnico algo más ligero y, sobre todo, con un tamaño que lo haga valedor del apellido mini, incluso cuando éste pueda quedarle un poquito grande. En esta línea se mueve el HTC One Mini, el dispositivo que aprovecha la inercia de su hermano mayor rescatando el mismo diseño para enfocarse a otro tipo de público.
En efecto, este HTC One Mini no está orientado hacia el mismo usuario que el HTC One. Para empezar, el precio es importante. El pequeño gran equipo de la taiwanesa se puede conseguir por unos 420 euros en formato libre, mientras que el HTC One cuesta 600 euros. Por el momento, las operadoras no han empezado a comercializarlo, por lo que el desembolso de esa suma es el único modo de hacerse con él. Las prestaciones van parejas a esa diferencia de precio, determinando la naturaleza de teléfono de gama media-alta de este HTC One Mini. Veamos qué impresiones llega a causar después de usarlo durante unos días.
Para empezar, la sensación que transmite en la mano es sin duda uno de los logros más conseguidos en el trasvase que se ha pretendido del HTC One al HTC One Mini. El diseño es, aunque adaptado, prácticamente el mismo; sólido, cómodo y compacto, el HTC One Mini tiene un formato ligeramente más alargado que el terminal de referencia del catálogo de este fabricante, definido fundamentalmente por una pantalla de 4,3 pulgadas con resolución 720p que aprueba el test con solvencia.
No llega a igual a excelente experiencia del HTC One en este apartado, pero no merece ninguna crítica, dada la estrategia que pretende cubrir este HTC One Mini. También lleva la última capa Sense de HTC para Android, la cual integra la muy interesante sección de feeds. Esto no es ni más ni menos que una opción para tener en pantalla las novedades y actualizaciones de nuestros contactos en redes sociales, así como enlaces a titulares y noticias de todos aquellos contenidos que más nos interesen.
Quizás no es tan fluido como cabría desear en las transiciones entre pantallas, y ello a pesar (y quizás precisamente por) la presencia de un procesador de doble núcleo (el Snapdragon 400 a 1,4 GHz). En cualquier caso, no es esta subjetiva falta de fluidez algo especialmente alarmante en el HTC One Mini, y sólo en caso de que mantengamos demasiadas aplicaciones operando en segundo plano la situación puede llegar a ser algo a tener en cuenta.
La opciones de configuración y personalización son muy buenas y completas, algo que siempre es de aplaudir en los teléfonos de HTC. Desde el primer momento podemos realizar una importación completa de datos desde otro equipo a través de Bluetooth, y si por lo que sea queremos aplazar esta tarea, desde el menú de ajustes podremos retomar el proceso cuando queramos. Por otro lado, la capa Sense nos permite instalar iconos, carpetas y ventanas flotantes (widgets) en la capa principal, un clásico en los equipos Android.
La experiencia multimedia también responde con solvencia. Para empezar a hablar de esto, toca pasar revista a la cámara de cuatro ultrapíxeles. Lo de los ultrapíxeles no es ni más ni menos que una tecnología que recurre a fotorreceptores más grandes, de modo que optar por gestionar mejor la luz en lugar de dar como resultado imágenes especialmente grandes. ¿Y qué tipo de resultados obtiene? Bastante buenos.
Las fotos capturadas no tienen demasiado ruido, y los contornos de los objetos se observan bien delimitados, sin un excesivo desenfoque; el tratamiento del color es razonablemente bueno también. No es que sea una cámara para tirar cohetes, especialmente en comparación con otras unidades del mercado, pero la respuesta satisfará a su público objetivo. En modo de vídeo permite realizar filmaciones de hasta 1080p, y junto con la función fotográfica puede realizar álbumes inteligentes de contenidos gracias a la función Zoe. Es una utilidad realmente interesante, tanto para almacenar los contenidos capturados como para añadir recursos de edición y mejora de los resultados.
Uno de los puntos donde pocos reproches se le pueden hacer a los móviles de HTC ””al menos, a los de más alta alcurnia”” es el fondo de archivos multimedia compatibles. El HTC One Mini responde a prácticamente cualquier necesidad a este respecto, y de hecho al escuchar música, ya sea con auriculares Beats o recurriendo a su salida estéreo integrada en el frontal del dispositivo, disfrutaremos de una de las mejores experiencias en este sentido que podemos encontrar en el panorama actual de smartphones: poner el HTC One Mini a tope de volumen y con el refuerzo de graves activado es una temeridad, tronando a un nivel altísimo y, lo más interesantes, sin pérdida patente de calidad ””siempre y cuando el archivo de origen tenga la nitidez suficiente y un nivel de compresión escaso o nulo””.
Al usar el dispositivo en sus opciones centradas en la experiencia online, pocas quejas al respecto podrían hacerse. El HTC One Mini está muy bien conectado, y las opciones Wi-Fi, 3G y 4G funcionan con agradecida corrección. Quienes se hayan acostumbrado al uso del NFC para traspasarse archivos entre terminales notarán la ausencia del sensor de comunicación por proximidad. El empleo de recursos web es bastante bueno: el navegador online integrado responde sin demasiada latencia, y las utilidades que requieran una subida y bajada controlada de datos presentan un comportamiento que entra dentro de lo esperado. En este sentido, cuando comprobamos en cualquier dispositivo que algo no va bien al usar funciones web, la experiencia se hace patente, pero no es el caso del HTC One Mini, por lo que la discreción se convierte en un valor en este terminal.
Por último, y antes de recapitular, toca hablar de la autonomía. El fabricante asegura que puede aguantar más de trece horas en conversación, dilatando su capacidad hasta las casi 700 hora en reposo. La verdad es que el HTC One Mini nos puede aguantar más de lo que lo haría un equipo de la pasada generación, pero si le damos un uso moderado ””algunas llamadas, consulta periódica a redes sociales y cuentas de email, algo de navegación online y quizás unos minutos dedicados a juegos u otras aplicaciones””, no nos libraremos del rito diario de poner el teléfono a cargar en la mesita de noche. O quizás, antes incluso.
En resumidas cuentas, el HTC One Mini es un teléfono que aunque cuenta con muchas ventajas ””su diseño, sus opciones multimedia, la estupenda interfaz que se instala sobre Android 4.2””, también adolece de una serie de problemas. Para empezar, su precio. Superar la barrera de los 400 euros lo coloca en una tierra de nadie algo preocupante: demasiado caro para ser un gama media y no tan solvente como para competir con equipos como los Samsung Galaxy S4 o Nokia Lumia 925, que ya se mueven en ese rango de precios. Por otro lado, a pesar de que el tamaño de pantalla (4,3 pulgadas) es menor al del HTC One (4,7 pulgadas), no consigue reproducir la misma sensación de nitidez y calidad de éste. Normal, por otro lado: la diferencia en densidad es más que patente. Esa es, de hecho, una de las grandes bazas del gama alta que se pierden en la transposición que representa el HTC One Mini.
En cualquier caso, y hablando ya en términos generales, el HTC One Mini es un interesante y muy recomendable terminal si nos interesa tener un equipo potente con ese tamaño y sólido diseño, aunque el precio no acabe de resultar especialmente seductor. Su construcción es impecable, y el entorno gráfico a través del cual nos movemos para usarlo es cómodo e intuitivo, aunque algo más de agilidad en las transiciones entre pantallas o gestionando el paso de aplicación en aplicación hubiese sido de agradecer.